Lectio Divina Domingo de la Misericordia 2022

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Señor, Tú que te presentaste a tus discípulos y devolviste la alegría de tu presencia en medio de ellos, y les has regalado algo tan importante que es tu Espíritu, te pedimos que también a nosotros nos envíes este regalo para llenarnos de regocijo y podamos ser instrumentos de tu amor en nuestras comunidades. Todo esto te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

I. LECTURA DEL TEXTO BÍBLICO (Jn 20, 19-31)

¿Qué dice el texto?

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también yo los envió”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.

Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”. Otros muchos signos hizo Jesús, en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

Palabra del Señor.

Pistas de reflexión

Contexto bíblico

La mañana del domingo del descubrimiento del sepulcro vacío tiene su culminación en el cuarto Evangelio en la tarde de ese mismo domingo. Si por la mañana el sepulcro vacío dominaba el relato, por la noche lo domina la presencia de Jesús en medio de sus discípulos. Esta presencia explica aquel vacío, pero, sobre todo, restablece una continuidad de relación Jesús-discípulo. Al servicio del final de la relación está el miedo de los discípulos; los discípulos se sienten felices en el saludo, gozoso y la identificación del propio Jesús como la misma persona que antes habían conocido los discípulos. La reanudación de la relación se sella con la alegría de los discípulos, quienes, a partir de ahora, hablan de Jesús como el Señor. La aceptación de la identificación de Jesús por los discípulos se plasma en la fórmula de confesión de fe “ver al Señor”.

Es pedagógico mencionar que Tomás creyó, perdió la fe, pero después vuelve a una fe aún más fuerte. Se podría considerar el evangelio de este día como el “lugar teológico del domingo cristiano”. La narración de dos apariciones del Resucitado en dos domingos consecutivos nos hace casi asistir al nacimiento del domingo cristiano: la comunidad de creyentes se acostumbra a reunirse en domingo en memoria y en la espera del Resucitado. Nos permite presentar el sentido originario del domingo: como memoria y presencia del Resucitado en medio de los suyos; como el día de la Resurrección, Pascua semanal.

Texto bíblico

A) Jesús Resucitado, dador del Espíritu Santo

“Al anochecer del día de la resurrección” (v. 19). Los discípulos se encontraron en una casa en Jerusalén con “las puertas cerradas.” Las puertas cerradas reflejan el miedo de los discípulos, pero también demuestran el poder del Cristo Resucitado.

“Y estando cerradas las puertas donde los discípulos estaban por miedo a los judíos” (v. 19). Jesús les dice “La paz esté con ustedes” (v. 19). A estos discípulos atemorizados, Jesús les da su paz, como prometió (14, 27). Los discípulos tendrán paz a pesar de ser perseguidos por un mundo que les odiará tanto como odiaba a Jesús (15, 18-25). Dicho esto “Les mostró las manos y el costado” (v. 20). Por un lado, Jesús entra por una puerta cerrada, sugiriendo que su cuerpo ha adquirido una cualidad diferente. Por otro lado, sus heridas confirman su resurrección corporal, y su cuerpo es claramente reconocible por sus discípulos.

“Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría” (v. 20). Éste es el punto de partida para ellos, y nunca más temerán ni dudarán. Los vuelve a saludar “La paz esté con ustedes: como el Padre, me ha enviado así también los envío yo” (v. 21). Al igual que Dios mandó a Jesús al mundo, así Jesús manda a sus discípulos al mundo.

Y después “Sopló, sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo” (v. 22). Jesús los prepara soplando sobre ellos. Jesús respira en los discípulos el Espíritu de vida. Este regalo del Espíritu renueva la vida de los discípulos. Ahora, encuentran la fuerza para levantarse, abrir la puerta, salir afuera, y empezar su proclamación.

La última consigna es la potestad de perdonar los pecados. La potestad se da en el seno de la comunidad creyente. “A los que les perdonen los pecados, les quedaran perdonados: y a los que no les perdonen les quedarán si perdonar” (v. 23). Y aquí vemos cómo Jesús nos regala algo tan importante que es el Sacramento de la Misericordia.

B) La incredulidad de Tomás

“Tomás… no estaba con ellos cuando vino Jesús” (v. 24). Y como resultado, él se negó a creer. Esto nos debe servir de aviso. Es difícil creer cuando no nos hacemos más presentes en la compañía de otros creyentes. Y cuantas veces nos apartamos de la comunidad como que si no pasara nada nos volvemos seres aislados.

“Hemos visto al Señor” (v. 25). La primera persona a la que los discípulos testifican es uno de ellos, Tomás, quien no estaba presente cuando Jesús se les apareció. Tomás, por lo tanto, no es el único que duda, y no permanece dudoso. Una vez que ve lo que los otros discípulos han visto, manifiesta gran fe.

“Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré” (v. 25). Tomás hace una demanda exigente. Tomás va aún más allá. Solo creerá si palpa y toca, condición física. Podemos comprender la aversión de Tomás si recordamos sus palabras mientras Jesús se preparaba para ir a Jerusalén cuando fue lo de Lázaro “Vamos también nosotros, para que muramos con él” (Jn 11, 16). Tomás creía, pero Jesús traicionó su creencia, entonces, podemos comprender porque Tomás será lento en empezar a creer otra vez. Quizá esto explique por qué Jesús demuestra tal compasión y sensibilidad hacia a él. Y nosotros algunas veces nos parecemos a Tomás, queriendo ver pruebas claras, y queremos una fe empírica.

C) Dichosos los que ha creído sin haber visto

“Ocho días después” (v. 26). Otra vez el primer día de la semana. Jesús se les aparece de nuevo. Con las puertas cerradas (v. 26), pero ya no se encuentra ninguna mención de temor. Otra vez Jesús les da su paz. Y le dice a Tomás: “Aquí están mis manos, acerca tu dedo. Trae acá tu mano métela en mi costado” (v. 27). Jesús no condena a Tomás por su falta de fe, sino que le proporciona lo que le ayuda a creer (v. 27). Tomás ha exigido ver y tocar al Señor resucitado, y Jesús le permite hacerlo. Con ver al Cristo herido y resucitado, le basta. “No sigas dudando sino cree” (v. 27).

“Tomás respondió, y dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!” (v. 28). Al responder a Jesús, Tomás hace la suprema pronunciación cristológica del Cuarto Evangelio. Su confesión, “¡Señor mío, y Dios mío!” (v. 28) “Así viene a ser que el más dudoso de la resurrección de Jesús pronuncia la mayor confesión del Señor que resucitó de la muerte.

Y le dice: “Dichosos los que creen sin haber visto” (v. 29). Ésta es la última bendición de Jesús. Estas palabras alentarán a los tempranos cristianos que se sentirán injuriados por haberse perdido la oportunidad de ver a Jesús solo por unos meses o unos años. Ellos también nos alientan a nosotros, que nos encontramos entre aquéllos que no han visto pero que han creído. Finalmente, la fe en la resurrección nos convierte en testigos de la vida, con una fe verdaderamente firme en Jesús resucitado que viene a traernos la salvación, que sigue y vive en medio de nosotros.

Preguntas para la lectura:

  • ¿Dónde estaban los discípulos y por qué?
  • ¿Qué les dijo Jesús?
  • ¿Qué les sucedió cuando vieron a Jesús?
  • ¿Qué sopla sobre ellos y qué les dice?
  • ¿Quién no estaba con ellos?
  • ¿Qué le dice a Tomás?

II. MEDITACIÓN (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)

  • ¿Tengo miedo como los discípulos y me encierro en mí mismo?
  • ¿Soy una persona que transmite paz o angustia?
  • ¿Cuándo recibo la misericordia de Dios, me lleno de alegría?
  • ¿Dudo como Tomás ante la resurrección del Señor?
  • ¿Soy capaz de dar testimonio de Cristo Resucitado en mi comunidad?
  • ¿Veo en los hermanos más necesitados a Jesús Resucitado?

III. ORACIÓN (Qué le respondo al Señor, qué le respondemos al Señor)

Señor, te damos gracias por el testimonio de tantas personas que manifiestan que Tú estás vivo, y por ese testimonio nos lleva también a nosotros a creer más en Ti y que estás presente en todos nuestros actos, y te damos gracias por que nos has regalado el hermoso Sacramento de la Reconciliación. Por eso te damos gracias Señor. Gracias Señor, gracias Señor.

Te pedimos perdón cuando dudamos de tu misericordia, cuando muchas veces pedimos pruebas de tu amor, inclusive nos vemos tentados a rechazarte, por las veces que no hemos sido coherentes con lo que decimos y hacemos por eso te pedimos perdón. Perdón Señor, perdón Señor.

IV. CONTEMPLACIÓN ¿Cómo interiorizo el mensaje? ¿Cómo interiorizamos el mensaje?

  • A Jesús, que te muestra las llagas de su dolor en tantos que sufren.
  • A las personas de tu comunidad.
  • ¿Ves que sufren, en su cuerpo, en sus sentimientos, en su fe?
  • ¿Ves que andan desviados del Resucitado?
  • Contempla a Tomás en su incredulidad.
  • Contempla a los discípulos en la alegría de encontrarse con el Señor.

V. ACCIÓN ¿A qué me comprometo? ¿A qué nos comprometemos?

Intención del Santo Padre en el mes de abril

Por el personal sanitario

Recemos para que el compromiso del personal sanitario de atender a los enfermos y a los ancianos, especialmente los más pobres, sea apoyado por los gobiernos y las comunidades locales.

Intención personal: Que todos los días de mi vida sean acontecimientos de salvación, que me lleven a vivir plenamente mi compromiso cristiano, amando como Jesús amó.

Intención comunitaria: Que en mis pequeñas comunidades demuestre con mi alegría y entusiasmo que Cristo vive en medio de nosotros y nos invita a dar testimonio de Él frente a las personas y nos da la fortaleza para seguir luchando en la sociedad.

 

 

 

 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
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