Lectio Divina VIII Domingo del T.O.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Señor, te pedimos que nos mandes tu Santo Espíritu que para que nos ayude a discernir tu Palabra, y así, seamos más coherentes en nuestros actos con nuestros hermanos, buscando siempre el bien de cada uno de ellos, ayudándoles a encontrar el amor de Dios. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

I. LECTURA DEL TEXTO BÍBLICO (Lc 6, 39-45)

¿Qué dice el texto?

Y les dijo una parábola: “¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un pozo? Ningún discípulo es superior al maestro; pero cuando esté completamente entrenado, cada discípulo será como su maestro.
¿Por qué notas la astilla en el ojo de tu hermano, pero no percibes la viga de madera en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: ‘Hermano, déjame quitarte esa astilla que tienes en el ojo’, cuando ni siquiera te das cuenta de la viga de madera que tienes en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Quita primero la viga de madera de tu ojo; entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.
“Un buen árbol no da frutos podridos, ni un árbol podrido da frutos buenos. Porque cada árbol se conoce por su propio fruto. Porque la gente no recoge higos de los espinos, ni recoge uvas de las zarzas. Una persona buena, del depósito de bondad en su corazón produce el bien, pero una persona mala, del depósito de maldad produce el mal; porque de la plenitud del corazón habla la boca.

Palabra del Señor.

Pistas de reflexión

Contexto bíblico

El Sermón de la llanura (6, 17-49) es la versión de Lucas del Sermón en el Monte, de Mateo (Mt 5-7). Los dos sermones incluyen mucho del mismo material, pero la versión de Mateo es más larga, y existen otras variaciones también. Nuestra lección de Evangelio es la segunda mitad del Sermón en la llanura. Lo que precedió fueron: 

  • Bendiciones y lamentaciones (6, 20-26)
  • Un discurso sobre amar al enemigo (6, 27-36)
  • El mandamiento, “No juzguen” (6, 37)
  • Un mandamiento con una promesa: “Den y se les dará” (6, 38).

En este segmento del sermón uno siente un interés más fuerte en ‘hacer.’ La palabra ‘hacer’ aparece cinco veces… Por eso, es fácil discernir un énfasis en el comportamiento, y uno puede sentirse tentado a llegar a la conclusión de que Jesús está fundamentalmente interesado en acciones. Tal conclusión sería mal guiada… El tema se trata del carácter y compromiso que impulsan la acción. Para Jesús, ambos: carácter y acción, son inseparables, y aquéllos que se rinden a ellos son culpables de hipocresía (vv. 41-42, 46).

Texto bíblico

A) ¿Acaso puede un ciego, guiar a otro ciego?

“Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo” (v. 39a). Esto es más una serie de imágenes que una parábola, como una proyección de diapositivas que pasan rápidamente.

Primero vemos la imagen de una persona ciega tratando de guiar a otra persona ciega (v. 39b). Entonces vemos una persona que no parece darse cuenta de la viga que tiene en el ojo mientras busca una pajilla en el ojo de su hermano (vv. 41-42). Entonces vemos un par de árboles, uno bueno y uno malo, y un frambueso (vv. 43-44).

“¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? (v. 39b). Estas son preguntas retóricas. La primera espera una respuesta negativa y la segunda una afirmativa.

El punto de esta primera imagen es que debemos tener cuidado al momento de escoger a quien seguiremos, no sea que caigamos a un hoyo junto a nuestro guía ciego. Una correlación es que no tenemos el derecho de guiar a otros si nosotros mismos no vemos claramente.

“El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termina su aprendizaje, será como su maestro” (v. 40). Aunque el versículo 39 indica que el discípulo debe tener una visión más clara de la persona que pretende guiar, el versículo 40 indica que el discípulo nunca irá más allá que el maestro (Jesús). A lo mejor, el discípulo llegará a ser el maestro, capaz de practicar el amor radical y el perdón basado en la merced que Jesús vivió y enseñó. Esa es la meta hacia donde el discípulo debe intentar llegar “será perfecto”, ser como Jesús.

¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: “Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo, sino adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano” (vv. 41-42; Mt 7, 3-5). Una pequeña hipérbole (Gr. ὑπερβολή, hyperbole) ¡exageración para el efecto! Estos versículos siguen naturalmente lo que Jesús dijo en el versículo 37 acerca de no juzgar o condenar. El problema con juzgar es que la persona que se ubica a sí mismo como juez de las imperfecciones de los demás también es imperfecta. Como un ciego guiando a otro, el juez imperfecto que juzga a otra persona imperfecta deja mucho que desear.

Escribas y fariseos personifican este problema. Intentan guardar la ley y asegurar que otros también lo hacen. Esta es una obra noble, porque la ley es la ley de Dios y Dios premia la lealtad a la ley. De todos modos, la observación escrupulosa se convierte en problemática cuando nos acerca al orgullo espiritual. Ese es el caso con escribas y fariseos, y Jesús nos avisa que debemos tener cuidado de no adoptar una actitud de juzgar, el mismo tipo de orgullo espiritual. La persona que asume que Jesús dirige el versículo 42 a otra persona que no sea él o ella, es la persona que más necesita escuchar el aviso de Jesús en este versículo.

B) El hombre bueno dice cosas buenas

“No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos” (vv. 43-44; Mt 7, 16-19). Lo que produce una planta es el crecimiento natural de su carácter. Un buen árbol da buen fruto, y un mal árbol da malos frutos o ningún fruto. Una higuera da higos, y un espino da espinas. Una viña da uvas, y una zarza da frambuesas. Jesús declara esto evidente para ilustrar un principio paralelo en nuestra vida espiritual.

“El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón” (v. 45). Igual que el buen árbol da buen fruto y el mal árbol da malos frutos, así también una buena persona produce el bien y una mala persona produce el mal. Esto no es una casualidad. Nuestras acciones son una expresión externa de nuestro interior. Es “del buen tesoro de su corazón” que la buena persona produce el bien y “del mal tesoro” que la mala persona produce el mal. Las buenas acciones tienen su origen en la profundidad del ser, en el corazón. Solo si los compromisos y valores fundamentales de una persona son buenos, será posible una acción verdaderamente buena.

“Pues la boca habla de lo que está lleno el corazón” (v. 45b). Lo importante es que nuestras palabras y acciones reflejen de manera acertada la condición de nuestro corazón espiritual. Nuestras palabras y obras son una imagen momentánea del corazón. La persona que no dice la verdad o que utiliza lenguaje vulgar o palabras que hieren no tiene un problema de comunicación. Tienen un problema de corazón.

Cuando criticaron a Jesús por permitir que sus discípulos comieran sin lavarse las manos, respondió: “¿No entienden aún, que todo lo que entra en la boca, va al vientre, y es echado en la letrina? Más lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. “Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre: que comer con las manos por lavar no contamina al hombre” (Mt 15, 17-20; Mc 7, 18-23).

Preguntas para la lectura:

  • ¿Qué les dijo Jesús a sus discípulos acerca del guía ciego?
  • ¿Qué les dijo a sus discípulos acerca del maestro?
  • ¿Qué les dijo acerca de la paja que lleva el hermano en el ojo?
  • ¿Qué les dijo acerca del árbol bueno?
  • ¿Qué dice del hombre bueno?
  • ¿De qué habla la boca? 

II. MEDITACIÓN (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)

  • ¿Cómo conduzco mi vida?
  • ¿Algunas veces quiero ser como el maestro sin haber aprendido?
  • ¿Acostumbro ver la paja en el ojo de mi hermano?
  • ¿Produzco buenos frutos?
  • ¿Digo cosas buenas por el bien de mi prójimo?
  • ¿En mi corazón tengo buenos sentimientos?

III. ORACIÓN: (Qué le respondo al Señor, que le respondemos al Señor)

Gracias, Señor, por hacernos ver nuestros errores y por darnos el camino correcto de esa búsqueda del bien. Gracias por las ocasiones en que nos has ayudado a dar buenos frutos y compartir el amor de nuestras familias. Por eso te damos gracias Señor.

Te pedimos perdón por no saber escuchar tu Palabra y por no aceptar las correcciones que nos haces, por querer ser maestro sin antes ser discípulo, por todos los momentos de desaliento y por no saber responder con un corazón generoso. Por eso te pedimos perdón; perdón Señor, perdón Señor.

IV. CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo el mensaje? ¿Cómo interiorizamos el mensaje?

  • A Jesús haciendo proposiciones a sus discípulos en su forma de conducta.
  • A tu hermano que ve la paja en el ojo ajeno.
  • Contémplate a ti tratando de ser perfecto.
  • Contémplate a ti como un buen árbol que da frutos buenos.
  • A ti coherente diciendo cosas buenas.
  • Contempla a la gente de buen corazón. 

V. ACCIÓN: ¿A qué me comprometo? ¿A qué nos comprometemos?

Intención de oración del Papa para el mes de febrero: Por las mujeres religiosas y consagradas.

“Recemos por las mujeres religiosas y consagradas, agradeciéndoles su misión y valentía, para que sigan encontrando nuevas respuestas frente a los desafíos de nuestro tiempo”.

Intención personal: Tratar de ser coherente con mi vida, me he dado cuenta que un ciego no puede guiar a otro ciego.

Intención comunitaria: Ayudarles a los miembros de mis pequeñas comunidades a no criticar a los miembros sino más bien ayudarles a ser mejores personas y amarse como hermanos.

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