Biblia Evangelio del día

Evangelio del día 26 de diciembre de 2022

Puedes ver el Evangelio del día aquí

Señor, Tú que nos has llamado a ser tus discípulos, nos pides un amor incondicional y nos invitas a seguirte hasta la muerte, te pedimos que nos envíes el don del Espíritu Santo para que nos ayude y fortalezca para poder seguirte, y así tomados de tu mano lleguemos a la meta final. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

I. Lectura del texto del Evangelio (Mt 10,17-22): 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará». Palabra del Señor

II. Comentario al evangelio de hoy:

+ Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM(Barcelona, España)

Hoy, recién saboreada la profunda experiencia del Nacimiento del Niño Jesús, cambia el panorama litúrgico. Podríamos pensar que celebrar un mártir no encaja con el encanto navideño… El martirio de san Esteban, a quien veneramos como protomártir del cristianismo, entra de lleno en la teología de la Encarnación del Hijo de Dios. Jesús vino al mundo para derramar su Sangre por nosotros. Esteban fue el primero que derramó su sangre por Jesús. Leemos en este Evangelio como Jesús mismo lo anuncia: «Os entregarán a los tribunales y (…) seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio» (Mt 10,17.18). Precisamente “mártir” significa exactamente esto: testigo.

Este testimonio de palabra y de obra se da gracias a la fuerza del Espíritu Santo: «El Espíritu de vuestro Padre (…) hablará en vosotros » (Mt 10,19). Tal como leemos en los “Hechos de los Apóstoles”, capítulo 7, Esteban, llevado a los tribunales, dio una lección magistral, haciendo un recorrido por el Antiguo Testamento, demostrando que todo él converge en el Nuevo, en la Persona de Jesús. En Él se cumple todo lo que ha sido anunciado por los profetas y enseñado por los patriarcas.

En la narración de su martirio encontramos una bellísima alusión trinitaria: «Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios» (Hch 7,55). Su experiencia fue como una degustación de la Gloria del Cielo. Y Esteban murió como Jesús, perdonando a los que lo inmolaban: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado» (Hch 7,60); rezó las palabras del Maestro: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc, 23, 34).

Pidamos a este mártir que sepamos vivir como él, llenos del Espíritu Santo, a fin de que, fijando la mirada en el cielo, veamos a Jesús a la diestra de Dios. Esta experiencia nos hará gozar ya del cielo, mientras estamos en la tierra.

Pensamientos de la lectura de hoy

    • «Esteban, confiado en la fuerza de la caridad, venció la acerba crueldad de Saulo, y mereció tener en el cielo como compañero a quien conoció en la tierra como perseguidor» (San Fulgencio de Ruspe)

    • «Si no todos están llamados, como san Esteban, a derramar su propia sangre, a todo cristiano se le pide sin embargo que sea coherente, en cada circunstancia, con la fe que profesa» (Francisco)

    • «Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios (…). En la intercesión, el que ora busca no su propio interés sino el de los demás, hasta rogar por los que le hacen mal (recuérdese a Esteban rogando por sus verdugos, como Jesús: cf. Hch 7,60)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.635)

Palabras del santo padre sobre el Evangelio del día:

Hoy vemos al testigo de Jesús, san Esteban, que brilla en las tinieblas. Los testigos brillan con la luz de Jesús, no tienen luz propia. La Iglesia tampoco tiene luz propia; por eso los antiguos padres llamaron a la Iglesia “el misterio de la luna”. Al igual que la luna no tiene luz propia, los testigos no tienen luz propia, son capaces de tomar la luz de Jesús y reflejarla. Esteban es acusado falsamente y lapidado brutalmente, pero en las tinieblas del odio, en el tormento de la lapidación, hace brillar la luz de Jesús: reza por los que le están matando y los perdona, como Jesús en la cruz. Es el primer mártir, es decir, el primer testigo, el primero de una gran multitud de hermanos y hermanas que, hasta hoy, siguen llevando luz a las tinieblas: personas que responden al mal con el bien, que no ceden a la violencia y la mentira, sino que rompen la espiral del odio con la mansedumbre del amor. Estos testigos iluminan el alba de Dios en las noches del mundo. (Ángelus, 26 diciembre 2020)

Consulta el calendario de lecturas del día
Te recomendamos esta web para rezar con el Evangelio
Compartir en facebook
Compartir en twitter
Compartir en whatsapp
Compartir en email