Biblia Evangelio del día

Evangelio del día 2 de enero de 2023

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Señor, Tú que nos has llamado a ser tus discípulos, nos pides un amor incondicional y nos invitas a seguirte hasta la muerte, te pedimos que nos envíes el don del Espíritu Santo para que nos ayude y fortalezca para poder seguirte, y así tomados de tu mano lleguemos a la meta final. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

I. Lectura del texto del Evangelio (Jn 1, 19-28): 

Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron adonde estaba él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?». El confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo». Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?». El dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el profeta?». Respondió: «No». Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Dijo él: «Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías».

Los enviados eran fariseos. Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia». Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando. Palabra del Señor

II. Comentario al evangelio de hoy:

Mons. Romà CASANOVA i Casanova Obispo de Vic(Barcelona, España)

Hoy, en el Evangelio de la liturgia eucarística, leemos el testimonio de Juan el Bautista. El texto que precede a estas palabras del Evangelio según san Juan es el prólogo en el que se afirma con claridad: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros» (Jn 1,14). Aquello que en el prólogo —a modo de gran apertura— se anuncia, ahora en el Evangelio, paso a paso, se manifiesta. El misterio del Verbo encarnado es misterio de salvación para la humanidad: «La gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo» (Jn 1,17). La salvación nos viene por Jesucristo, y la fe es la respuesta a la manifestación de Cristo.

El misterio de la salvación en Cristo está siempre acompañado por el testimonio. Jesucristo mismo es el «Amén, el Testigo fiel y veraz» (Ap 3,14). Juan Bautista es quien da testimonio, con su misión y mirada de profeta: «En medio de vosotros está uno (…) que viene detrás de mí» (Jn 1,26-27). Y los Apóstoles así entienden la misión: «A este Jesús, Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos» (Hch 2,32).

La Iglesia toda ella, y por tanto todos sus miembros, tenemos la misión de ser testigos. El testimonio que nosotros traemos al mundo tiene un nombre. El Evangelio es el mismo Jesucristo. Él es la “Buena Nueva”. Y la proclamación del Evangelio a lo largo de todo el mundo hay que entenderla también en clave de testimonio que une inseparablemente el anuncio y la vida. Es conveniente recordar aquellas palabras del papa Pablo VI: «El hombre contemporáneo escucha mejor a quienes dan testimonio que a quienes enseñan (…), o, si escuchan a quienes enseñan, es porque dan testimonio».

Pensamientos de la lectura de hoy

  • «Atended a estos nuevos y estupendos prodigios: el Sol de justicia que se purifica en el Jordán; el fuego, sumergido en el agua; Dios santificado por el ministerio de un hombre. Hoy la creación entera resuena de Himnos: ‘Bendito el que viene en nombre del Señor’» (San Proclo de Constantinopla)
  • «Juan Bautista se “inclina” ante Dios. Es exactamente lo que hace el Redentor: Dios reside en lo alto, pero se inclina hacia abajo. Este mirar hacia abajo es un obrar: me transforma a mí y al mundo» (Benedicto XVI)
  • «La consagración mesiánica de Jesús manifiesta su misión divina (…). ‘El que ha sido ungido, es el Hijo, y lo ha sido en el Espíritu que es la Unción’ (S. Ireneo de Lyon). Su eterna consagración mesiánica fue revelada en el tiempo de su vida terrena en el momento de su bautismo por Juan (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 438)
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Palabras del santo padre sobre el Evangelio del día:

Las angustias, las dificultades y los sufrimientos atraviesan la vida de cada uno, todos nosotros lo conocemos; y muchas veces, la realidad que nos rodea parece ser inhóspita y árida, parecida al desierto en el que resonaba la voz de Juan Bautista, como recuerda el Evangelio de hoy (cf Juan 1, 23). Pero precisamente las palabras del Bautista revelan que nuestra alegría se sostiene sobre una certeza, que este desierto está habitado: «en medio de vosotros —dice— está uno a quien no conocéis» (v 26). Se trata de Jesús, el enviado del Padre que viene, como subraya Isaías «a anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia de Yahveh» (61, 1-2). Él vino a la tierra para devolver a los hombres la dignidad y la libertad de los hijos de Dios que solo Él puede comunicar y a dar la alegría por esto. (Angelus, 17 diciembre 2017) 

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