Queridos diocesanos:

Me dirijo a vosotros a mi regreso de la Visita ad limina que ha tenido lugar la semana pasada en Roma, donde hemos acudido el grupo de obispos de las provincias de Sevilla, Granada, y Mérida-Badajoz.

Como ya sabéis, hemos sido recibidos en los distintos Dicasterios y Congregaciones del Vaticano para dialogar sobre los diferentes aspectos de la vida pastoral diocesana, escuchando los planteamientos y propuestas nuevas que se hacen para afrontar los retos actuales de la evangelización.

De nuevo hemos podido experimentar la belleza de la Iglesia y su catolicidad, la coincidencia de los pueblos del mundo en ella, las razas y las lenguas unidas por el amor de Jesucristo y el deseo de llevar a Dios, la preocupación por el bien común de la sociedad y una especial sensibilidad por los marginados.

Pero, sobre todo, hemos sido confirmados en la fe. La audiencia con el Santo Padre, el Papa Francisco, ha marcado la visita de un modo especial con una experiencia singular e inolvidable, dándonos la oportunidad de hablar en nuestro mismo idioma con el Sucesor de Pedro y dialogar con él, sintiéndonos escuchados y alentados, como hace un padre con unos hijos que, por su parte, quieren ser acogedores del consejo de quien tiene la misión de cuidar del rebaño como buen Pastor. Por deseo de Cristo el Papa es el principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad, vínculo de la paz y del amor, quien acompaña amorosamente a la comunidad de los fieles.

Es decisivo conocer su parecer sobre las cosas y compartir sus preocupaciones. Nos ha dedicado mucho tiempo. Le agradezco su confianza, aliento y entrega. Le hemos encontrado lúcido y con fuerza, tranquilo e ilusionado, paternal, conocedor de nuestra situación, y nos ha impulsado a vivir mejor el ministerio episcopal afrontando los retos de la Iglesia de modo evangélico y actual. Su magisterio nos seguirá orientando en nuestro caminar.

Agradezco vuestras oraciones que me han acompañado en todo momento. He orado ante el sepulcro de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo por nuestra iglesia diocesana, encomendando vuestras peticiones, y por las necesidades materiales y espirituales de cada uno. Finalmente, los Vicarios Episcopales y yo hemos concelebrado con el Papa el Domingo, en una solemne liturgia donde instituyó lectores y ministros catequistas –por primera vez en la historia—.

Doy gracias a Dios por esta visita, por el encuentro con el Santo Padre y por su ministerio. Os invito a seguir rezando por él.

Con mi afecto y bendición

 

+Rafael

Obispo de Cádiz y Ceuta

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